Reloj: Recuerdos, felicidad
Últimamente hay muchos concursos en los que dan buenos premios, y he decidido apuntarme a todos los que he podido. La mayoría son de escribir, y para uno de ellos voy a mandar este relato inventado por mí, quiero vuestra opinión y si veis que algo debería modificar, por favor decídmelo.
RELOJ: RECUERDOS, FELICIDAD
A pila o a cuerda, de día y de noche, siempre está trabajando. Ha estado conmigo a lo largo de mis mejores momentos: mi primer amor (y último), mi primer trabajo, mi primer despido… (y el segundo, y el tercero…)
Y siempre le veo diferente. Es muy reservado. De hecho, aún no me ha dicho ni una palabra. Pero, aún así, me ha seguido ayudando, y no han hecho faltas palabras para demostrar el aprecio que me tiene.
Y es verdad, el roce hace el cariño. Pero el roce y el roce y el roce me ha hecho una pedazo rozadura… que todavía me duele.
Está siempre pendiente de mí. Sólo debo asegurarme de que está con energía y me avisa cuando se lo pido, sin retrasarse ni un segundo. Puedo estar durmiendo, que él me despierta. Y si ve que no me levanto, me vuelve a avisar a los 5 minutos.
Mi reloj.
Pero, aparte de todo esto, tiene algo especial. No sé, es difícil de describir, pero… cuando me lo pongo, me siento con ganas, con energía, con vigor para hacer todo lo que se me ponga por delante y más. Creo que sé por qué es. Mi abuelo. Él me lo regaló pocos días antes de…en fin… irse.
Bueno, mi abuelo forma parte del pasado. Me centraré en lo que tengo, en Manny (mi reloj), mi presente. Pero es que… mi abuelo se me viene a la mente irremediablemente cuando pienso en Manny. Es que son iguales: puntuales, elegantes, responsables, exactos, útiles, buenos…
Los dos son imperfectos, y, aunque no suelen fallar, siempre lo hacen en el momento en el que más se les necesita. En el caso de Manny, esa es la explicación de mi primer despido.
Me disponía a asistir a la reunión laboral más importante del año, en la cual los directivos de la empresa en que trabajaba debían seleccionar a gente a la que despedir para hacer una reducción de plantilla. Yo estaba confiado, ya que en todo el año nunca había faltado al trabajo, ni había llegado tarde… Y no sólo eso, había hecho horas extra todas las semanas sin recibir un céntimo.
Sin duda, me lo estaba tomando en serio. Tan en serio, que había preparado mi discurso y mi maletín dos semanas antes de la reunión. Antes de dormir, pedí a Manny que me despertara a las cinco de la mañana, para tener tiempo para prepararme, vestirme e irme, todo tranquilamente. No parecía encontrarse muy bien, pues hizo un ruido extraño, pero yo no le di ni la más mínima importancia, sino que me lavé los dientes y me dormí rápida y profundamente.
Cuando fui a trabajar, al día siguiente, me dijeron que estaba despedido. ¡Qué frustración! Mi único objetivo a partir de entonces ha sido averiguar lo que pasó. Para ello, me licencié en relojística y ahora soy científico e investigador en esta materia.
Mientras estudiaba en la universidad, conocí a una persona maravillosa que me enseñó casi todo lo que sé: monsieur Mocvert. El mejor profesor que he tenido nunca.
¿No os habéis preguntado por qué se dice que los relojes no se deben dejar puestos mientras dormimos?
La gente dice que es para evitar problemas circulatorios, pero en realidad, se explica porque, cuando nos dormimos, los relojes se reúnen y comentan lo vivido durante el día, hacen sesiones de rehabilitación para estar listos para el día siguiente, y otras actividades. Y cuando vas a mirar la hora, vuelven rápidamente.
Esto tiene más sentido que lo de la circulación, ¿verdad?
Con la inestimable ayuda del profesor Mocvert, mi inteligencia y la ayuda de mi hermana pulsando teclas sin control, llegamos a la solución del problema de Manny.
Como ya llevaba 15 años conmigo, algo muy poco frecuente en un reloj convencional, debía llevarlo a un relojero o dejarlo en libertad. Elegí la segunda opción no me apetecía llevarlo al relojero. Pero, poco después, me arrepentí. Me tiré días, meses y años buscándolo y avanzando en mis estudios, y entonces me di cuenta de que sólo podía estar en un sitio.
Construí un portal ultra-dimensional que me llevaría a la dimensión relojera, la quincuagésima (50ª). Cerré los ojos, respiré hondo, y allí estaba, en un mundo con un reloj gigante actuando de Sol, manecillas blancas y alargadas en el cielo y pequeños numerillos aprendiendo a volar.
Le vi.. Allí sí que tenía cara y hablaba. Se sentía muy deprimido y decepcionado conmigo. Pedí perdón, pero no obtuve respuesta.
Sin saber cómo, me transformé en un reloj. Era un reloj feo, poco atrayente, que comete errores, como todos, pero sabe rectificar a tiempo y estar al lado de los que más le quieren, cueste lo que cueste. Me perdonó.
Antes de concluir, querría confesar algo.
He mentido. Nada es cierto de lo que os he contado. Me llamo Louis- Bourgan, y era un multimillonario, directivo de una gran empresa. Pero no cuidé de mi “reloj”, ni supe valorarlo lo suficiente. Se fue, y no ha vuelto a mí.
Pero ahora tengo otro, mucho más valioso que el dinero: mi familia y mis amigos; y aunque me cuesta llegar a fin de mes, soy mucho más feliz.
Cuidad de vuestro reloj, buscadlo y valoradlo por más simple que parezca (la gente que os quiere, las cosas que tenéis, vuestras habilidades…)
Sólo así seréis felices.



Comentarios
prisionera de la ωeb - hace más de 11 años
Me encanta este y todos tus relatos, spidrmancoy. Me ha parecido muy original y bonito :) ¡¡¡No cambies nada!!!
partyflipa - hace más de 11 años
¿En el concurso te piden algún tema en concreto? ¿El tema es el tiempo?
spidrmancoy - hace más de 11 años
No.. Pero se me ha ocurrido porque es un tema poco frecuente en los cuentos.
nayeli - hace más de 11 años
Tienes una forma muy peculiar de escribir... me resulta interesante, la verdad. Yo, que también escribo, tal vez lo prefiera hacer de otra manera, pero creo que está bastante bien, aunque resulten un poco coloquiales algunas cosas, no sé explicarme bien... Pero a mi me gusta:) Suerte!
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