Supergiro-Komikaze (2)
Capítulo anterior:
https://www.cibercorresponsales.org/perfiles/spidrmancoy/blogs/supergiro-komikaze-1
UNA FOTO CON FLASH
Por primera vez en mucho tiempo, madrugué. A las siete de la mañana estaba en pie. Ninguna percepción ni ruido extraño, todo había quedado en un día raro. Y tanto.
Casi me linchan pero bueno, estaba a punto de hacer una actuación que me abriría paso a la fama. Sí, era gratis, pero pronto daría conciertos por todo el mundo.
No estaba nervioso, para nada. Ni necesitaría ensayar. Tranquilamente me vestí y desayuné. Eran las siete y uno y estaba listo para salir a la calle.
Es un gran placer salir a la calle temprano. Es como salir de noche pero a la vez diferente. Tienes un día por delante y puedes hacer lo que te dé la gana. Por eso fui a comprar al kiosco (que estaba cerrado), fui a jugar al polideportivo (que también estaba cerrado) Abrían a las siete y veinte, pero todavía eran y tres y no me apetecía esperar a lo tonto sin hacer nada.
Me encontré con un ancianito por la calle. Como todos, iba despacio, pero lo suyo no era normal. Parecía estar pegado al suelo. Pero no sólo él, todo parecía ir lento a mi alrededor... A lo mejor me pasé con los refrescos y ahora tenía alucinaciones...
Cuando me quise dar cuenta, estaba en el pueblo vecino. Miré el reloj, las siete y diez.
A y media abrían el bar donde iba a cantar. Fui corriendo para allá, y cuando llegué, miré el reloj: siete y diez. A y media abrían el bar donde iba a cantar. Fui corriendo para allá, y cuando llegué, miré el reloj: siete y diez.
Un momento: ¿sólo habían pasado diez minutos desde que me levanté? Fui a mi casa, busqué en mi estantería de cómics: Fone Bone, Flash. Tampoco hay muchos superhéroes que empiecen por F, y Frankenstein no cuenta.
Ahí estaba: Flash. El rey de la velocidad. Mi ídolo, uno de mis superhéroes favoritos. Quizás por eso los demás me parecían ir tan despacio, era yo el que iba demasiado rápido. Y eso que iba andando, si no podía haber llegado perfectamente a otro país.
La broma continuaba. ¿Estarían experimentando conmigo? Quizás
Aproveché mi velocidad para jugar un partido de voleibol conmigo mismo, y después me senté en un banco a reflexionar. Adiviné los acertijos que me parecían imposibles, se me ocurrieron un montón de respuestas ingeniosas después de haber dicho las estupideces y traté de encajar las piezas del puzle de los extraños sucesos que se habían producido en los últimos dos días.
Pero, a pesar de mi increíble capacidad de análisis, y no es por no ser humilde, no lograba entender nada. Las cosas en su contexto están agusto. Pero, superpoderes en el mundo real… Hasta a mí, el mayor y mejor fan del universo, me quedaba algo de cordura.
Llegó la hora de la actuación. Empecé a cantar y no pude evitar desafinar. Más gallos que en el corral de mi abuela. ¿Qué había pasado con mi habilidad?
Pensé rápido. Sí, muy rápido. Y entonces hice una improvisación de rap que dejó a todos impresionados. Batí el Récord Guiness de palabras rápidas por minuto. No se entendía ni a cámara lenta, de hecho aproveché para insultar al público y divertirme un rato. A pesar de todo, a la gente le gustó. Me ofrecieron un contrato, pero, además de que no tenía la edad legal para trabajar, no sabía cuánto tiempo más podía durar con esto. Repito, surrealista.
Podría aprovechar y seguir batiendo récords. Pero, si desaparecia mi habilidad, podrían pensar que me había dopado ese día.
Empecé a dar vueltas, y entonces me puse a pensar en una frase que había escuchado: “La prueba suprema de virtud consiste en poseer un poder ilimitado sin abusar de él”
Claro, estaba abusando de mi poder. Si lo controlara, podría ir al ritmo que los demás y el tiempo no se me pasaría tan despacio.
Pero, ¿cómo controlar semejante poder? Recuerdo que cuando tenía el del sonido cuando lo usaba me sentía relajado, sentía una liberación. Pero al correr no notaba nada. ¿Sería que ese poder era tan grande que no estaba usando apenas nada?
A ver, ¿cómo podía usarlo bien? Fui a mi casa, y me puse a dar vueltas, por una mezcla entre nerviosismo y aburrimiento, Al hacerlo creé sin darme cuenta corrientes de aire que hicieron que la casa se elevara ligeramente por los aires.
Por fortuna, me di cuenta a tiempo, aunque los vecinos salieron corriendo asustados. Más agusto me quedaba yo, tenía todo el portal para mí y para pensar tranquilamente.
Intenté avanzar súper despacio. Casi me choco contra la pared. Entonces decidí pensar simplemente en moverme. Con eso, avancé un paso.
Increíble. Claro. Mis ondas cerebrales iban tan rápido que se confundían. Moverse normal era ir súper rápido, e ir súper lento era dar pasos enormes. Con tan solo pensar en moverme ya me movía. ¿Qué sería ir realmente rápido?
Algo me incomodaba en la mochila que llevaba. ¡A, sí, había metido el cómic de Flash a presión! Estaba arrugado y destrozado, pero da igual, ese lo tenía repetido. Número 219. Cuántos enemigos tenía Flash. Si empezaba a tener poderes, ¿tendría algún enemigo? ¿O aliado?
Decidí probar mi límite y de ese modo eliminar el estrés tan profundo que tenía. Por ello, corrí lo más rápido que pude. Atravesé incluso los edificios, mis moléculas vibraban con mucha rapidez.
Desaparecí, estaba en un espacio blanco, sin paredes ni suelo, un lugar místico que jamás había visto. Todo era vacío hasta que encontré una llave. Corrí durante horas, recorriendo miles de kilómetros hasta que hallé un candado, ahí en el suelo, solitario, sin nada a lo que aferrarse. Y no tiene mucho sentido abrir un candado si no hay nada que esté cerrado por él. Lo cogí de todos modos.
Aunque no tenía ninguna noción de si era de día o de noche por el lugar en el que me encontraba, sí que tenía un reloj, así que ya iba siendo hora de volver a casa. Comencé a correr a mi máxima velocidad, pero no fue suficiente. Estaba demasiado cansado. Pero, ¿cómo volver? ¿Pasar una noche fuera de casa?
Decidí sentarme en el suelo, y, como me aburría, empecé a dar golpes haciendo ritmos de percusión. Mi primo me había enseñado a tocar el cajón flamenco, y me puse a berrear aprovechando que estaba sólo cantando una copla de mi pueblo. Sí, yo era un friki, pero también un friki de tradición. Oí un resquebrajo y caí, de ese lugar misterioso a otro exactamente igual.
Entonces examiné el candado con la llave. Probé a cerrarlo, y entonces cayó una capa del cielo y unas gafas, bastante molonas, por cierto. Parece que estaba “de capa caída”
Una voz en off dijo:
Di una palabra, recibirás una respuesta. Dos segundos.
Yo, con poco tiempo dije la palabra: “explicación” Necesitaba una explicación a todo lo que me estaba sucediendo. La voz en off dijo: “estornudo”
Perdí el conocimiento, y me desperté al día siguiente. Tenía que volver, parece ser que en los limbos en los que te metes por correr a una velocidad mayor a la de la luz no hay cobertura.
Hice unos estiramientos para sentirme guay, y actué. Me puse la capa y las gafas molonas (imprescindibles) y corrí. Volví al mundo real, y me sentí más agusto que nunca.
¡Atchus! Maldita alergia… Estornudo. ¿Qué tiene que ver esa palabra con mi problema?
Pensándolo bien, empecé a sentirme mal hace una semana. Y justo hace un par de días me hice un montón de daño al estornudar como si me hubieran pinchado en la cabeza y en el estómago.
El teléfono, otra vez.
¿Quién eres, primo?- pregunté en broma.
Buenas, ¿qué tal va todo? Como pasa el tiempo de rápido, ¿eh?
No me hables de rápido, cállate.
Relaja, relaja… Te quería invitar a ver el partido de esta tarde. Yo te invito pero tú pagas.
Jaja, qué graciosillo. Pues mira, no me vendría mal cambiar de aires. Además, como el Villaconejos está en 5ª división, me lo puedo permitir y luego vamos a tomar algo.
Perfecto, a las siete y media.
Eché un vistazo, y seguía teniendo mi supervelocidad. ¿Cómo es posible? Si la cosa esa rara del sonido me duró sólo un día. Bueno, tenía que aprovecharla. Cogí las entradas, y me fui a visitar Italia. Fui a “La torre de Pizza”, un restaurante que había por allí.
Volviendo a España corriendo sobre el agua (no me lo creía ni yo), empecé a notar cansancio. Iba a trompicones, y llegó un momento en el que me empezaba a hundir sobre el agua. Quedaba poco para llegar, pero el calorcito atrae a las medusas.
Adiós supervelocidad (demasiado bonito para ser verdad), y ahora a poner en práctica las clases de natación que di cuando tenía dos años. ¿Y el churro? ¿Y los manguitos? ¿Y las aletas?
Era como el Titanic, pero sólo sería una vida la que se perdería y sin chocar contra nada, de una forma mucho más triste, por no saber nadar. Me hundí lentamente hasta que mi cuerpo quedó completamente sumergido en el agua, y mis esfuerzos por flotar eran inútiles.
¿Sería este el fin?

Capítulo siguiente:
http://www.cibercorresponsales.org/perfiles/spidrmancoy/blogs/supergiro-komikaze-3



Comentarios
supercalifragilistica - hace más de 9 años
Mira, te digo algo y te lo digo ya y por aquí aunque sea políticamente incorrecto al máximo: Haz el favor de darme esto en papel! Quiero leerlo pero quiero leerlo tranquila y sin pantalla de por medio. No te lo sugiero,no. No te confundas. Te lo mando, te lo ruego y te lo pido todo a la vez. Mira a ver si ves que tal...
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.