SUPERGIRO-KOMIKAZE (8)
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PEQUEÑAS GRANDES COSAS
Antes de empezar, cogí una caja y puse veinte euros en su interior. Le dije a mi primo que pusiera otros veinte euros y después le pregunté que si compraba la caja por 30. Sin pensárselo dos veces, lo hizo y me regaló diez euros. Qué majo es mi primo. Después me dio pena y se lo devolví, que conste.
Bueno, el reto consistía en hacer bromas a la gente, había visto muchos vídeos de Internet y tenía un gran repertorio, como llamar a alguien por teléfono, decirle que no puedes hablar y colgar, ir a la farmacia y decir que si tiene pastillas para la memoria y cuando te responda repetirlo infinitamente… Es más gracioso hacerlo que contarlo.
Cuando estuvimos un rato haciendo bromas, se me ocurrió algo.
Primo, cierra los ojos.
Entonces pensé en aquel chaval, y me teletransporté con mi primo. A lo mejor si se hacían amigo de Whanzal me dejaba un poco en paz. Antes de todo, comprobé la hora, y era temprano, pero una de las costumbres en Nicaragua, según me contó, es ser muy madrugadores, ya que allí anochece antes y de ese modo se aprovecha más el día.
Y antes de todo eso, se me había olvidado mi gorra, así que tuve que volver a casa. Es algo molesta (la gorra, no mi casa), pero me encanta llevármela a todas partes, me veo de otra forma diferente y además es un bonito recuerdo de mi abuelo, así que aunque esté el día tan nublado...
Bueno, no me pondré sentimental.Fui tan inteligente de querer cerrar la puerta con el llavero colgado al cuello sin quitármelo, lo que resultó en un autoestrangulamiento bastante estúpido. Podía haberme teletransportado.
Con la gorra puesta, toqué a mi primo ligeramente (es un principio básico: si quieres teletransportarte con alguien a un lugar, debes tocarle de algún modo) y:
Ya puedes abrir los ojos
¡Ala! Bueno, tampoco es para tanto la verdad. Estamos en una calle muy estrecha y..
Mira tu ubicación con el móvil
¿Nic..aragua? No sabía ni que existía ese país.
Yo hasta hace poco estaba igual… Ven, quiero presentarte a alguien.
Llamé al timbre y Whanzal me abrió.
Me dijo que pasara, que estaba “desayunando” En esa abarrotada mesa estaban las calorías que me tomo yo en una semana.
- ¿Y él es…?
- Mi primo
- Ah… pues muy bien.
Mi primo en ese momento se puso con el móvil y yo pensé que era muy antisocial. Diez segundos después, me llegó un mensaje al mío. ¿Coincidencia? Claro que no. ¿No podía hablar a la cara?
“Cómo mola ese reloj”
¿Y para eso me escribe? Lo cierto es que ese reloj no lo había visto en mi vida: en Nicaragua deben de tener tecnología punta. Quería saber más, pero no me atreví a preguntarle.
Mientras tanto él aprovechó para enseñarnos la casa, como si nos conociera de toda la vida, dándonos a probar platos típicos, mostrándonos juegos y costumbres de su país… Así, podíamos pasar desapercibidos.
En esos momentos yo tenía la irreprimible necesidad de contarle todo, lo de los poderes, el origen, aunque mi primo se enterara. No sé por qué, pero parece que cuando los dos únicos seres con poderes del universo se juntan tienen que saberlo. Pero él sin embargo, parecía tan tranquilo… Incluso nos enseñó el acento, se aspira la s después de las vocales como en Andalucía, y se habla de “vos” en vez de tú como en Argentina por ejemplo. Allí son muy populares las peonzas, a las que se les llama trompos…
Le iba a hablar de España, pero casi él sabía más que yo, se había informado muy bien, y por lo menos no pensaba como otra gente, que el país es igual a toros y nada más. Qué malos que son los estereotipos...
Yo soy muy malo disimulando, así que entre medias de un juego de mesa me dijo:
- Te gustó mi reloj, ¿eh?
Yo dije que sí. Me arrepentí, ya que me contó absolutamente todo sobre el reloj: estaba hecho de titanio, contaba hasta los milisegundos, estaba controlado por voz y que si se perdía volvía a tu mano activando un imán que tenía en su interior.
Yo me quedé alucinado, y en lugar de expresar la admiración que quería me puse a hablar de mí mismo sin poder evitarlo. Él se dio cuenta, y pidió a mi primo que se marchara muy efusivamente
- ¡Lárgate!
Mi primo alucinado se marchó, y entonces Whanzal me explicó la verdadera utilidad del reloj.
- “Este reloj me informa del superpoder que tendré a lo largo del día”. A mí también me pasa lo mismo que tú. Y, gracias a ti, ahora lo entiendo todo.
- Me alegro. Pero, si nadie sabe de nuestra existencia, ¿dónde lo compraste?
- Lo fabriqué yo mismo. Suspender todo te deja bastante tiempo libre, ¿sabes?
- Jajajaja. Oye, ¿me podrías hacer uno?
- Lo siento, sinceramente me salió de casualidad. No recuerdo exactamente las proporciones en las que utilicé cada material, y en caso de equivocarme… bueno, no quiero ni pensarlo.
- Vale, vale, pues cambiando de tema, ¿qué superpoder tienes tú hoy?
- Pues casualmente tengo el superpoder de adivinar el superpoder de otra persona. Pensaba que era un súperpoder poco útil, pero creo que te puedo ayudar, a no ser que ya lo hayas averiguado.
-Descubrir cada día mi superpoder es un frenesí. Te lo agradecería.
- A ver, tengo que darte un calambre. Pon el dedo aquí.
- ¡AARRGHGH!
- Ya está. Tienes el poder de cambiar de tamaño.
- Qué guay… Primo, ¿qué haces? ¡Devúelvele el reloj a Whanzal!
Mi primo había hecho de las suyas. Sabía que no tenía que haberle traído. De repente, el rostro de Whanzal cambió. Se empezó a enfadar, lo que me sorprendió, parecía lo suficientemente maduro como para no enfadarse por un reloj. Aunque también, menudo reloj.
Menudo me había vuelto yo, que todavía no sabía manejar el poder y no podía manejar la situación. Intenté hablar con él para calmarle, pero su tono de voz cambió por completo y dijo:
- Ahora lo recuerdo. Llevo desde pequeño con los cuentos infantiles. Pobre lobo de Caperucita que acabó ahogado en el río, el de los tres cerditos o el del lobo y los siete cabritillos. Pobre madrastra de Blancanieves o de Cenicienta. ¿Por qué siempre ganan los buenos?
Mi primo rápidamente le devolvió el reloj y le pidió perdón.
- Ahora todo me da igual. De hecho, te felicito por haberme robado sin que me diera cuenta. Ahora comenzará el triunfo del mal.
Un relámpago se vio en el horizonte.
Nosotros salimos corriendo, pero una voz apacible nos tranquilizó:
- Jajajajaja, chicos, es una broma. Habitación equipada con realidad virtual, no os lo esperábais, ¿eh?
- Pues la verdad es que no. Pero, deberíais tener cuidado.
No le quise decir más, pero recuerdo que muchas veces puedes desarrollar un superpoder por la motivación que tengas o el deseo de conseguirlo. Y si el deseo de ser malo ahondara en su corazón, sólo yo podría detenerle. Y a lo mejor ni siquiera.
- Primo, quiero irme a casa- me dijo
- Anda, era sólo una broma hombre- le dije yo
- Iros si queréis, gallinas. Yo me lo he pasado muy bien- dijo Whanzal entre risas-
Yo no quería quedar mal, pero mi primo es mi primo.
- Hasta nunca- dijo mi primo
- Nos vemos- le dije yo.
- Que vaya bien.
Volví a casa y era hora de comer.
La verdad es que estaba bastante estresado. Un psicólogo (sí, he ido al psicólogo, y no pasa nada, todos deberían ir en algún momento de su vida, incluso los mismos psicólogos tienen propios) me sugirió que cada vez que estuviera en un momento de tensión, pensara en cosas positivas, en lo bueno de la vida.
Entonces recordé aquellos momentos que pudieran parecer simples y breves pero que tuvieron un gran efecto en mí. Pequeñas grandes cosas. De ese modo fui aumentando de tamaño, quizás me pasé ya que rompí el techo y tuve que saltar con todas mis fuerzas para salir a la calle sin romper más parte de la casa. Tipo 'Alicia en el País de las Maravillas', para que os ubiquéis.
No tuve problema en ir a una enorme montaña cercana, esquivando coches y edificios, y relajarme allí. Recordando que mi hora de comer es la hora de la siesta de los demás, las calles estaban vacías, así que mi presencia no sobresaltó a nadie (que yo sepa)
Era un tío muy grande, en todos los sentidos. Pero no conté con un pequeño detalle: la protección de mi madre. Al no venir a comer, empezó a poner carteles por todo el barrio y a gritar como una loca. Lo sé porque con semejante altura tenía una panorámica del pueblo en su plenitud. Tenía que volver pero aún no sabía cómo volver a mi tamaño natural. Me miré los bolsillos intentando encontrar alguna monedilla suelta o un pañuelo arrugado pero, para mi sorpresa, encontré un reloj.
Un reloj idéntico al que llevaba Whanzal. Toqueteé un botón y me apareció un completísimo cuadro de información sobre el poder de cambio de tamaño. Los pensamientos y el estado de ánimo configuran el tamaño del individuo. Por eso al pensar en cosas pequeñas pero que eran tan grandes e importantes para mí me hicieron grande.
Ahora tenía que volver a mi estado normal. ¿Quién me hubiera dicho que sería tan fácil? Resetée el reloj. Volví a mi estado normal, pero el reloj quedó inutilizado. Tenía que hablar con Whanzal.
En ese momento, me teletransporté. ¿Cómo era posible? La teletransportación fue cosa de ayer, era el poder que había tenido el día anterior.
Llamé a mi madre para que se quedara más tranquila, y después llamé al timbre de Whanzal. Necesitaba respuestas.
Me tropecé con el felpudo, y caí al suelo. Otra herida más. Por algo de pequeño hacía competiciones con mis compañeros sobre quién tenía más heridas. Era de los pocos juegos en los que siempre ganaba. Bueno, en realidad, el único juego. Colecciono esguinces y roturas: ya llevo cuatro este año. Al menos mi reloj volvió a la normalidad.
Observándolo me di cuenta de que tenía un botón en el que no me había fijado anteriormente: SELECT. Lo pulsé, y en la pantalla aparecieron unos cuantos números. Le di al 1, por probar, y entonces mi voz se volvió armoniosa y recuperé la capacidad de imitar. ¡Qué recuerdos, mis comienzos! ¿Podría elegir tener el superpoder que yo quisiera? Por un lado le quitaba un poco de gracia, pero por otro me hacía sentir genial.
Whanzal me estaba mirando hablar sólo preguntándose para qué narices había llamado a su timbre si luego no le hacía ni caso. Acercándole el reloj, le dije:
- Muchas gracias
Pero su respuesta me sorprendió enormemente:
- ¿De qué hablas?
- Gracias por el reloj, hombre. Me gusta tu sentido del humor, una sorpresa tras otra...
- No he sido yo
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