Supergiro-Komikaze(17)
PRECIPITACIONES
Tenía bastante sueño, a pesar de la tensión del momento, y de ir pedaleando en bici, cabeceaba por momentos. Me paré en una estación de servicio, coloqué la bici con cuidado de no molestar a nadie, y cogí la cantimplora que estaba anclada la bici para beber y espabilarme un poco. Curiosamente era café. No soporto el sabor, y menos sin azúcar, pero era por una buena causa.
Con energías renovadas y pedaleando el doble de rápido, proseguí mi camino. Oí un estruendo. ¿Se habría roto la bici? La verdad es que estaba bastante oxidada, pero funcionaba perfectamente.
Hice una visual de la zona, y me di cuenta de que el estruendo provenía del pueblo más cercano. Bueno, más bien de lo que quedaba de él.
- Redbot- pensé inmediatamente.
Sólo había una ruina tras otra, y un montón de heridos y gente malherida, desde niños a ancianos sin excepción. Cómo se notaba que RedBot había cambiado, nunca antes había conseguido matar a nadie. Y creo que ni intentado, simplemente buscaba un golpe ganador, efectivo pero ni mucho menos mortal.
No sé si hice lo correcto, pero toqué algunos cadáveres para obtener información con mi nuevo poder (causa de la muerte, hora, lugar...) El lugar probablemente sería ese mismo, no creía que RedBot se hubiera tomado la molestia de trasladar a sus víctimas a 'un lugar mejor'
Probé con una anciana, había muerto hace veinte minutos treinta y tres segundos. Dos calles más adelante, un niño pequeño: diecisiete minutos cuarenta y nueve. Cada vez pasaba menos tiempo, lo que, por lógica, significaba que nos acercábamos al lugar. Así que mi itinerario mental estaba correcto. En cuanto a las causas de la muerte prefiero no mencionarlas, lo siento.
Al verme corriendo de un lado a otro, un par de personas, totalmente ajenas a la situación, trataron de detenerme, haciendo el papel de policías. Yo, amable y respetuosamente, aunque con cierto nervio, les expuse la realidad girándoles la cabeza. No hizo falta ni una palabra.
Se disculparon, casi con lágrimas en los ojos, aunque apenas pude observar su reacción, en todo ese tiempo no había parado de pedalear. Mi mente me indicaba que el lugar indicado era el único edificio que quedaba en pie, un inmenso rascacielos.
Lo máximo que había trepado era un árbol del Parque Norte de mi pueblo, pero la altura era absolutamente incomparable. Si tuviera al menos superpoder de escalada...
Tendría que subir por las escaleras, el ascensor era demasiado peligroso, un corte de luz podía dejarme atrapado, y sin posibilidades de hacer nada... sin poder ser un héroe... sin poder salvar a Diana.
El murmullo que se oía desde fuera cesó al entrar al edificio. Qué extraño... Subí miles de escaleras, y por fin, algo agotado, llegué al ático. Allí estaba, ¡Diana!
- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
No obtuve respuesta.
- ¿¿¿ESTÁS BIEN???
Nada. No estaba, ni bien ni mal... sencillamente, ya no estaba. ¿Cómo RedBot podía saber que la conocía? No podía haber ido a por ella casualmente. Si fuera así, ¿por qué llevarla a un edificio tan alto y no dejarla tirada como el resto de la población civil?
Al salir, volví a escuchar el estruendo. Mi GPS mental sólo me había dirigido hasta ella, ahora tenía que buscar una forma de buscar a RedBot.
Un momento, Whanzal me dijo hace mucho tiempo que él no me había dado su reloj.
Entonces... sólo había una posibilidad.
Dejé a un lado las nuevas preguntas que surgían en mi mente y toqué el reloj apretándolo con todas mis fuerzas, tanto que un pequeño airbag que casualmente tenía equipado saltó.
Me concentré, era vital que estuviera, más que relajado, absorto en mi misión.
Obtuve una dirección exacta. RedBot estaba muy lejos. Ni a pie ni en bici le podría alcanzar. Creo que quiere intencionadamente que le encuentre. En cierto modo, me ayuda, fue él quien me dio el reloj. Tiene dos caras... una pérfida y malvada y otra desconcertante, incluso amable.
Pero para mí solo contaba una: había matado a Diana.
Creo que era hora de retirarse. Necesitaba apoyo.
Antes de irme, abracé a Diana, bueno, lo que antes fue ella. Entonces me enganché con su colgante, creo que el otro día no lo llevaba puesto. Era precioso, tenía una gema que cambiaba de color constantemente. Gema... Necesitaba llevársela a Whanzal.
Cogí el collar, prometiéndome a mí mismo que encontraría la forma de recuperarla. Ni siquiera sabía si era posible, pero no podía aceptar que todo fuera tan efímero... que alguien forme y deje de formar parte de tu vida en tan poco tiempo.
Me marché llorando, y volví a casa tarde y magullado porque me caí varias veces por ir tan rápido y frustrado.
Fui al cuarto de mis padres, y les di un abrazo a cada uno. También a mi hermano. Les desperté, y al verme así se levantaron de golpe, diciéndome que si necesitaba hablar o algo.
No podía explicar las ideas, todo era demasiado confuso para mí... Simplemente, balbucée:
- Gracias
Dormí con mis padres esa noche. Pese a haber crecido, y a lo que diga la sociedad, aunque seas más o menos independiente, tus padres son una figura de protección. Esas son las cosas de la vida que, por lo general, nunca cambian.
Llamé a Whanzal, allí no era de noche como aquí, y por mi tono de voz ya notó que me pasaba algo. Intenté mantener la compostura y le dije:
- Tengo... otra piedra más. Gema, o como se llame.
- Te ha debido costar mucho conseguirlo. Te noto... extraño. ¿Te cuento un chiste?
Le ignoré completamente, ni siquiera tenía fuerzas para decirle que no.
- RedBot... es más poderoso. Y despiadado. Ha matado a miles de personas esta noche. Y sigue. Y... no he podido pararle.
- Es todo culpa mía... Si no le hubiera creado... He jugado con el futuro del mundo.
Yo ni lo afirmé ni lo negué, ya estaban las cosas bastante claras.
- Tengo una idea. Usa mis gemas. Te volverás más poderoso, aunque sólo sean dos, tú que tienes poder puedes absorberlas permanentemente. Los efectos serán permanentes, valga la redundancia.
- ¿Y tú? ¿Qué hay de ti? No podrás recuperar tus poderes.
- Ya encontraremos más gemas...
- A lo mejor no hay tantas como piensas. No. Tiene que haber otra manera.
- Hagamos otra cosa. Espera a mañana,a ver qué superpoder te toca. Puede ser la clave. Como dijiste, aunque no siempre funcione, puedes tener superpoderes relacionados con tus deseos. Desea arreglar la situación, y piensa en todos los detalles que no me has contado. No hace falta que me lo cuentes. Cómo decía mi madre, la almohada es el mejor guardador de secretos, sólo los puede ver el Ratoncito Pérez.
Colgué, no quería ser borde, pero esperaba que Whanzal siguiera siendo comprensivo conmigo.Después de todo, era un gran amigo. Sabía enmendar sus errores, estaba dispuesto a sacrificar sus preferencias por las de los demás.
Al día siguiente:
Dormí toda la noche con el reloj puesto. Me dejó una marca bastante contundente, y tenía la mano dormida, pero no podía perder ni un segundo. Me desperté varias veces a mitad de la noche, y cada vez miraba el reloj compulsivamente. Curiosamente, mi poder cambió justo al amanecer, cuando los primeros rayos de sol iluminaban mi cara.
El superpoder era: invisibilidad. Todo un clásico. Mientras pensaba que hacer con él, me llevé a mi primo y decidí contarle todo. Otra decisión impulsiva para la colección, estaba claro que ahora le estaba poniendo en peligro a él pero no podía reprimir tantas cosas.
Además, Whanzal y yo nos habíamos prometido mantenernos informados de nuestros superpoderes nada más conocerlos. Aunque ya no tenía poderes, su reloj seguía marcando el que tendría de poseer la energía suficiente. En esta ocasión era borrar la memoria, el poder que yo había tenido hace semanas. Si era necesario y mi primo se convertía en una carga, o era demasiado para él sencillamente, sería una gema bien utilizada. Aunque claro, el poder de las gemas tarda meses en recargarse...
- Primo, necesito que vengas- supliqué.
- ¿Qué ha pasado, por qué estás tan malherido?
- Un videojuego demasiado realista...
- Me pongo el abrigo y salgo- me sorprendió que no me interrogara como hacía habitualmente.
Pedimos un taxi, tan solo utilizando la paga semanal de mi primo nos bastaría de sobra para la ida y la vuelta de ambos.
Era difícil explicar al taxista que no sabía exactamente adónde iba, pero que le iría guiando. Era muy experto, había viajado mucho y aseguraba conocerse toda la zona al dedillo. Por eso, era como un reto para él el conocer cómo llegar al lugar que buscaba.
La gente normalmente suele tener un destino fijo y a partir de ese destino piensa cómo llegar. Yo sólo tenía el itinerario. Así que le dije eso de que 'el cliente siempre tiene la razón' y que le pagaríamos lo que hiciera falta, pero que se diese prisa.
Hablando de explicar, nos pasamos yodo el viaje cuchicheando mi primo y yo. No paraba de hacer preguntas, y yo tampoco podía contenerme las respuestas.
Nos dejó a las puertas de una vieja fábrica abandonado. CALLCULATE S.L. Una empresa telefónica puntera en su sector, pero que había quebrado por razones desconocidas. Desde entonces, el edificio se había utilizado para exposiciones ocasionales, conmemoraciones de algún suceso, o cosas por el estilo.
Pagué al taxista con propina incluso, total, no era mi dinero, y me bajé del asiento.
Todo iba bien, hasta que el coche del taxista retrocedió después de haberse marchado.
- Te olvidas esto.
Con los nervios, me había dejado el colgante de Diana en el taxi al enseñárselo a mi primo. No tuve en cuenta que, seguramente, me estorbaría para pelear. Bueno, otra razón más para haberle traído, sería el guardián de un objeto valiosísimo, física y emocionalmente.
Sólo había un pequeño problema: la puerta del recinto estaba cerrada.
- ¡Primo, hay algo que no te he comentado! Pequeños detalles... tengo superpoderes. Ahora ya sabes quién es mi enemigo y por qué los tengo que usar. Hoy soy invisible. Si no me ves, no tengas miedo. Toma mi reloj, estarás en contacto. Si te digo: “botón”, púlsa este botón que tienes en la esquina. Gritaré muy fuerte para que me oigas.
- ¿Y para qué sirve?
- Ni yo lo sé. No siempre está activado, pero en una situación extrema siempre pone algo en inglés, y su efecto puede ser crucial.
- ¿Y yo dónde me quedaré mientras?
- Bueno, de momento abrir la puerta en nuestra primera preocupación.
- Utilizaré esto.
A pesar de lo que le había explicado sobre el colgante, mi primo utilizó la cadena para forzar la puerta, mediante unos movimientos armónicos con sus brazos. Realmente, dudaba que con una simple cadena se pudiera abrir una puerta tan robusta, pero, aún no sé bien cómo, lo consiguió.
- ¡CUIDADO!
La gema se desenganchó de la cadena y cayó al suelo, mojado por la potente lluvia que estaba cayendo. Se ilumino y se elevó a varios metros de altura. Mi primo trató de cogerla, saltando con todas sus fuerzas. Yo le ayudé, por si acaso, no sabía lo que significaba ese brillo. Le subí a mis rodillas y le impulsé con fuerza hacia arriba. Por poco nos caemos los dos, pero consiguió tocar la gema.
Él, que llevaba puesto mi reloj, vio cómo se iluminó una lucecita que siempre estaba apagada. Ahora había dos: una roja y otra azul.
¿Qué significaba eso?
Había dejado de ver a mi primo. Se había hecho invisible. Ahora no podríamos quitarle la memoria. Tenía que haber llamado a Whanzal, no traer a mi primo sin ningún tipo de experiencia. Sólo deseaba que esto acabara bien.
Pasamos adentro de la fábrica. Allí estaban las máquinas originales, conocía algunas de ellas debido a tardes de aburrimiento curioseando por Internet. De hecho, había algunos móviles que permanecían encendidos, pero que, comparados con los actuales, eran motas de polvo. Aún así, una parte de nosotros la tentación de probar alguno de esos juegos clásicos pero adictivos, pero mantuvimos la seriedad del momento sin ningún problema.
Busqué unas escaleras o algo para subir, pero el edificio consistía en una única planta, con un techo altísimo. Aunque a lo largo estaba aprovechado cada espacio, esa falta de organización al no aprovecharse la imponente altura probablemente fuera lo que llevó a esa empresa a la quiebra.
Así que no podía ser muy difícil encontrar a RedBot. Con lo estruendoso que suele ser, debe estar esperándonos. Aunque si no nos ve, no podrá atacarnos.
Aunque los dos éramos invisibles, el reloj que le había dejado a mi primo se seguía viendo. Intenté que parara de brillar, tenía que haber algún modo de 'suspenderlo' Sólo conseguí bloquearlo: hasta dentro de 20 minutos no podría volverlo a usar, ni yo ni mi primo.
RedBot me lo dio sin manual de instrucciones, un fallo por su parte.
Tras un paseo de reconocimiento, allí lo vimos, sentado, apoyado en una columna, jugando con cinco móviles a la vez. No sabía que los robots también jugaran. Estaba adquiriendo hábitos humanos: manipular, matar, jugar, “jugar” a matar...
Envié un mensaje a Whanzal, de nuevo, me había dado cuenta de que era insostenible efectuar una misión sin su ayuda. Con mi estrés sólo pensaba las cosas a medias: no se me había pasado por la cabeza qué hacer cuando ya tuviera a RedBot a tiro. ¿Cómo aprisionas a un robot tan poderoso? Aun siendo invisibles (y no del todo por el reloj), estaba claro que no sería tan fácil. Aunque el sentido de la vista no le funcionara, el tacto le permitiría percibir que había alguien ahí. Incluso el olfato, no sabía hasta qué punto lo tenía desarrollado... Bueno, tampoco sabía si los robots huelen...
Le mandé mi ubicación y, mientras le escribía, oí un pitido. Por suerte, RedBot estaba tan concentrado que no lo percibió.
Mi primo sabía lo que había pasado:
- Perdón, he metido el reloj con las llaves... y se ha apretado el botoncito ese.
Qué desperdicio de día: una gema desaprovechada, un botón clave lo mismo... Realmente no. El reloj había teletransportado a Whanzal, quien me abrazó, diciendo:
- Me necesitabas, ¿no?
- No sabes cuánto.
- ¡Hola!- dijo mi primo
De nuevo a dar explicaciones. Sería un día largo.
Whanzal por fin puso orden:
Este es el plan. No sé mucho de lo que ha pasado, pero sólo necesito saber lo que sé: ahí está RedBot, lo tenemos a tiro, y vosotros sois invisibles. Bueno, a ti Steven te reconozco por el reloj, que por alguna razón no se hace invisible.
- No, Whanzal, se lo he dado a mi primo. Aunque ya no nos servirá de mucho, hemos gastado el poder del botón.
- Yo nunca he usado ese botón. De hecho creo que ni lo tengo en mi reloj.
- Efectivamente, no está. Tu reloj es único, primo.
Me sentía afortunado por haber conseguido el reloj. Pero Whanzal no era invisible, y un foco que le iluminaba directamente en la cara produjo una sombra en el muro donde se apoyaba RedBot.
Por suerte, seguía concentrado pero podía haberse convertido en una pelea perdida incluso antes de comenzarla.
Whanzal se escabulló, y prosiguió:
- No os he dicho el plan. No nos desviemos. Bueno, me refiero a que no cambiemos de tema. Precisamente, tenéis que desviaros, y moveros constantemente. Si pudierais hacer un tono de voz parecido, le confundiríais. El software de Whanzal es muy avanzado, pero no se han actualizado los componentes de reconocimiento auditivo externo, lo que, traducido al castellano, significa que no os costará mucho confundirle, teniendo en cuenta además que sois invisibles.
- Genial. Pues allá vamos.
- Esperad. ¿Y qué haréis después? Aún no sabemos como atraparlo. Después de confundirle, le colocaremos esto. Es un chip del trabajo de mi padre, que se inserta a cualquier máquina para poder desactivarla en caso de emergencia. Así podremos desactivar a RedBot, o al menos neutralizarle y obligarle a rendirse.
- No será tan fácil ponerle el chip. Aunque sea pequeño y no nos vea, se mueve muy rápido. Tan pronto note algo se moverá como un loco.
- He ahí la parte que he dicho antes de 'confundirle' Creo que me explicaré algo mejor. Colocaos uno a cada lado de la sala. Si queréis os marco con un boli el lugar exacto. Gritad con todas vuestras fuerzas, diciendo lo mismo y en un tono de voz similar. Ahora os dejo tiempo para que os pongáis de acuerdo. Llegará un momento en que no sabrá dónde moverse. Justo entonces yo le colocaré el chip. No tiene una posición específica, simplemente tengo que mantenerlo en contacto durante cinco segundos. Cuando me veáis tocar a RedBot, os hacéis visibles para que vaya a por vosotros y no me vapulee a mí, si no todo el trabajo habrá sido en vano. ¿Entendido?
- Hemos hecho cosas más difíciles.
- Esa es la actitud. ¡Vamos allá, chicos!
- ¡Vale! - dijo mi primo-
Creo que se tomaba en serio su misión pero no era realmente consciente de lo que estaba en juego. Quizás pensaba que era un sueño maravilloso, pero las consecuencias, tanto de la victoria como de la derrota, serían reales y duraderas.
- Ya!- Whanzal dio la señal
Mi primo corría el doble que yo, por lo que fue difícil sincronizarnos, además de que no nos veíamos.
Comenzamos a tararear una canción que nos sabíamos, y RedBot se levantó de un brinco, mirando a su alrededor, y viendo como, aparentemente, las voces (para él 'la voz') salían de la nada. Como esperábamos, no se quedó parado, empezó a correr de un lado a otro tratando de perseguirla. Incluso miraba al piso de abajo, cogió una escalera para subirse al techo, pero nada. Mi primo aprovechó para mover la escalera, y entonces vi a Whanzal correr hacia RedBot.
Era el momento.
Me hice visible, y mi primo no sabía cómo, aún no manejaba sus poderes.
- ¡El reloj, toca todos los botones que puedas!- le imploré.
- ¡Eso hago, es lo primero que se me ha ocurrido!
Whanzal insertó el chip a RedBot, quien empezó a sufrir convulsiones, como si le sometieran a una tortura en la silla eléctrica. Empezó a maldecir a todo el mundo, y a tratar de quitárselo de encima. La imagen era del toro mecánico, la diferencia que no podías elegir dificultad, si ganabas no te daban tickets, y si perdías no te reías diciendo que era muy difícil. Por lo demás todo igual: un robot mecánico.
Mientras se aferraba a la superficie metálica del robot, algo se rompió. ¡RedBot se estaba rompiendo!
Whanzal nos advirtió:
- El robot se está sobrecalentando. Tiene una fisura. A ver qué hay dentro.. No os preocupéis, esa parte está aislada ya de la corriente. Lo conozco perfectamente, yo mismo lo diseñé ¿recuerdas?
- ¿Entonces, eres bueno o malo? - preguntó mi primo.
- Larga historia- le respondí yo.
Whanzal sacó una gema, estaba claro que se encontraban en los lugares más insospechados incluso en el interior de un robot. Si me había dado el reloj, quizás también fuera él el que había creado las gemas. Aunque no sé si ese tipo de cosas se pueden crear...
La activó rápidamente, y dijo:
- ¡Cambio de planes! Con mi poder, le borraré la memoria. Estoy convencido de que con robots también funcionará. El poder de la gema no durará demasiado conmigo, pero creo que será suficiente, mientras la active YA.
Lo que no sabía era que me había vuelto invisible para aparecer en otro lado y despistar aún más a RedBot. Y justo el momento en el que pensaba que estaba tocando al robot, me tocó a mí.
Sí, me había borrado la memoria.




Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.