Uno
Mis manos trazan su inversa en mi,
los codos ceden,
quiebran los ángulos inconexos.
Tres, dos.
Siento sus hombros con mis mejillas.
Mis brazos gritan,
instantes convulsos toman su pulso en aquello que me exaspera.
Esconder...
esconder,
esconder...
¿qué?
Una destroza.
¡Joder!
¡¿Por qué solloza?!
La otra, pasiva, activa la lasciva réplica de la compasión.
Calcina allá donde su mirada posa,
¿quién no quisiera en ella su prosa?,
¿o susurrar sonetos a la curva de su espalda?
Pero, no, hoy no.
Búscate otro perro que te ladre, princesa.
O que te cante a Sabina cuando tu rabia no cesa.
No pesa en mi más destino que el de curar tu crudeza.
Forzar lo arqueado, que fijado había quedado por tus pecados,
¿lo más, o lo menos pensado?
Entrada de demencias y de borrones sin conluencia tienen su afluencia en quien osó traspasar la sentencia.
Tu influencia no es más que una mera invención que proyecta la memoria de un servidor que preferiría ser espectador.
Pero yo ya no soy yo,
ni aquel,
ni él,
Uno.



Comentarios
julialalalasehizoguia - hace más de 10 años
Escribes genial *_________*
zephyr - hace más de 10 años
Eres una exagerada, aish ;----;
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