Memoria pasada de un sueño futuro
La luz entraba tímidamente entre la ventana, como si tuviera miedo a ver aquello que escondían las paredes. Le ruborizaba. Entre el silencio que se crea entre dos respiraciones entre dos momentos de paz, se preparaba otra guerra. Después de una pequeña tregua se volvieron a entrelazar sus pensamientos. Otra vez había estado soñando con ella. Otra vez creía haber percibido su perfume entre las sábanas. Pero no. El sol no debía haberse ruborizado. Ahí, solo estaba el chiquillo de siempre, el soñador de siempre, ese chaval que tantas veces le había visto esconderse en el atardecer. Que había soñado con lejanos lugares donde encontrar la paz y la libertad.

Perezosamente el joven de 17 años se incorpora en la cama. Odiaba cuando le pasaba esto. No quería recordarla, pero lo hacía. Tampoco podía evitarlo, y eso le dolía más. Sin querer, como un intruso, algo no planeado, se le escapa una pesada lágrima. Esta corre hasta la comisura de su boca y desaparece entre sus labios. Hacía mucho que no lloraba. Si a esto se le llama llorar. Se había endurecido. Se había muerto. Pero seguía vivo, seguía buscando una esperanza entre tanto vacío. Ya eran tarde. Su siesta había durado demasiado y se le había pasado la mayor parte de la tarde. Sus padres debían de haber estado haciendo cosas, pues no lo despertaron. Se levanta con lentitud, como si le pesaran los días, porque le pesan los días. Se mueve lentamente hasta la puerta y con los ojos cerrados la cruza...pero pasa algo inesperado. Está cayendo, cae y cae y cae y cae, y como si le arrancaran de la realidad se despierta.
Mira a su alrededor, está en otro lugar. Ya no es él. Ya no tiene 17 años. Tiene unos cuantos más. Ya no está en la casa de sus padres. Ya no está triste. Solo ha sido un mal sueño, o un recuerdo de su adolescencia. Tampoco está seguro. Y la ve. Es ella, esta dormida, debe ser tarde. Las 4 más o menos. Esta dormida y la contempla con suma delicadeza. Como si la fuera a despertar solo con respirar. Algún día le contará su pasado. Algún día le contará porque ahora es una piedra. Pero todavía no, hay cosas que no se deben contar. Nadie quiere que se compadezcan de el. Nadie quiere lágrimas. Nadie quiere estar un poco más muerto. Se da media vuelta y se duerme. Pero antes de dormir se acuerda de las personas que tanto daño le hicieron, y les agradece que existieran en su vida. Sin ellas no sería tan fuerte, no habría aprendido a ser valiente.



Comentarios
partyflipa - hace más de 11 años
Una lección curiosa. Pero es eso, una lección de la vida, ¿no?
coke - hace más de 10 años
Si. En parte esta escrito a base de propias vivencias, y de lo aprendido de ellas. Así que lo podriamos agrupar en una lección de vida.
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