Hola juventud, ¿Cómo va todo?
Ellos no son máquinas. Ellos tienen sentimientos. Mayoría que se esfuerza, tiene sueños. Van a clase, luchan por su nota. Piensan en su mañana desde el hoy, caen y se levantan, quieren aprender a vivir en este mundo que nació sin manual de instrucciones. A veces se cansan, otras se rinden. No entienden el mundo, o tal vez no quieren entenderlo. Muchos tienen mil ideas, cero al final son las que cuentan. Quien no estudia, no es nadie. Les marcan el año en el que comienzan a tener cabeza, como si en los anteriores nada de lo que se dijese fuera válido para anotar.
Juventud que comienza a hundirse, que a veces lucha, pero sin gran apoyo. Algunos no se preocupan, la mayoría comienza a distinguir matices erróneos dentro de esta sociedad.
Y lo primero que sienten es una fuerte ignorancia. Un ‘no valoran nuestro trabajo’. Poner todo en algo para sólo lograr la indiferencia de los mayores, de aquellos que creen saber más. Lograr altas calificaciones para luego no poder pagar una universidad. Ignorancia que crece al ritmo que las becas bajan, que la educación se deteriora. Ahora es todo una carrera a contrarreloj en la que si no llegas primero, no eres nadie. En las que las leyes marcan competencia y no aprender. Ignorancia a quien no es el mejor.
Y el mejor no es aquél que sabe todo tras años invertidos en pagar un hueco en algún lado y además cumplir lo que se le pidió, si no el que más conocidos tiene. El que se cuela sin trabajo o esfuerzo. Corredor que salió con media carrera ganada. El que estará arriba cuando los demás, aquellos que sólo pudieron agarrarse al camino de luchar con sus posibilidades, tengan más capacidad pero se mantengan abajo, injustamente.
Vida en la que los estudios son aquello que se realiza para formar parte de un catálogo de vacantes a trabajo en la que te eligen los de arriba y trabajas para ellos a cambio de un salario menor al debido, para posteriormente quedarte fuera y volver a empezar este ciclo. Vida basada en dinero, en crear a personas perfectas que realicen tareas concretas para aquellos que tuvieron suerte. ¿O acaso la gente enferma es considerada igual que la que está bien física y mentalmente? Obviamente no, desigualdad es lo que reina.
Falta de motivación, profesores sin ganas, un ‘Muy mal’ en cada hoja sin saber que detrás había horas de esfuerzo. Remarcar lo malo y olvidar lo bueno, aunque siempre con excepciones de profesores y personas que apuestan todo por los jóvenes. Minoría en la mayoría, esperanza donde tal vez a veces sólo se vio la oscuridad.
Pero esperanza que no todos ellos siguen, pues algunos se quedan por el camino. Tal vez el principal culpable, la televisión. Herramienta que en muchos momentos fue útil, pero que ahora se llena con programas cuya función principal es la distracción, el atontamiento, la excentricidad y el cotilleo. Mezcla que hace de la sociedad una no muy buena. Sociedad que tal vez sería otra si en vez de gritos televisivos hubiera buenas palabras, y es que, para bien o para mal, el ser humano es la consecuencia de aquello que le rodea, aquello que vive y conoce. Aquello que ve.
¿Y no sería mejor que se formase a partir de vivir, conocer y ver cosas correctas?
Codicia también juega un papel importante. ¿Queremos nuestro bien a cambio del mal de los demás? Día a día se repite esta pregunta, iniciada por políticos que subieron al poder porque su respuesta concluyó en un sí rotundo. Primero yo y luego yo. Y si no sobra también yo. Y día a día repiten esa pregunta frente a miles de jóvenes, que, indignados, sólo esperan que las cosas cambien, pues los más perjudicados son ellos y su futuro, del que parece que ya no tienen las riendas, si no que está limitado por factores políticos, económicos o de recursos.
Libertad que no es libertad, ataduras que atan cada vez más. Políticos que rompen sueños, ser el mejor o no ser nadie, decir adiós a una vida que esperas sólo por no cumplir los requisitos que ésta te pide. Mundo basado en dinero, en el que si tienes lo suficiente para estudiar, aprenderás aquello que te gusta sólo para entrar en un catálogo del que si no te escogen, no tienes nada, no podrás ir ascendiendo hasta tu meta. Catálogo en el que sólo se tiene en cuenta la perfección y no la persona, casi como material de trabajo. Sistema que sólo busca el beneficio y en la que los jóvenes en contadas ocasiones tienen la palabra. Bombardeos de mensajes para que todos sigamos atontados.
No sé cómo dejamos que todo continúe así. Si pudiese, sociedad, te reconstruiría desde tus cimientos.



Comentarios
flashali - hace más de 11 años
Es impresionante cómo puedes escribir tantas cosas en tan poco espacio y, además, teniendo toda la razón del mundo. Yo te publicaba esto en todos los periódicos, lo emitía por cada televisión y lo plasmaba en cada cartel. Esto sí que vale, no tanto engaño camuflado con falsas palabras bonitas.
partysummer - hace más de 11 años
Pues yo creo que somos muchos los que estamos colmando el vaso. Que hemos dejado de aceptar la basura que nos ofrece la televisión. Que seguimos formándonos, pero empezamos a tener criterio sobre qué queremos formarnos. Y además pensamos que debemos levantarnos, que ha llegado el momento de romper cadenas, de armar el corazón, porque sin él cometeremos los mismos errores. Gracias por el artículo.
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