Tu sitio, tu lugar, tus ideales, tu felicidad.
A veces sientes que este no es el lugar en el que deberías estar. Que no es tu sitio. Que tal vez tu sonrisa sería mucho más extensa unos cuantos metros más hacia tu derecha. O hacia tu izquierda. O hacia el frente. Que todo lo que ansías está cerca pero a la vez lejos. A veces unos metros. Otras unos cuantos kilómetros.
Terminaciones numéricas que marcan una escala de felicidad, a veces inalcanzable por el momento. Felicidad que hace que en el lugar donde estás no entiendas el mundo, pero felicidad que unos cuantos metros desplazada daría sentido a todo lo que te rodea. Y es que no te sientes solo, tan sólo incomprendido. Sientes que tus raíces forman parte de otro árbol, pero tampoco niegas el tuyo propio. Echas de menos aquello que consideras más tuyo. Tantos países, tantas personas, tantos pensamientos. Maneras de entender el mundo.
Porque a veces unos cuantos minutos en ese autobús abarrotado de turistas, o unas cuantas horas en ese coche que ya apenas camina, o incluso unas cuantas subidas al cielo, muy por encima de las nubes y ciudades que se quedan pequeñas, hacen que tu mundo cobre color. Que entiendas tu alrededor. Que te sientas identificado. Encontrar tu sitio, tu momento sin tener que volver al pasado para recordar. Que estés con aquello que quieres contigo ese día.
Llegar y ver el mundo desde una perspectiva que encaja más con el puzle de tu vida, pero sin rechazar las ideas y personas ajenas. Sentarse en el borde de ese lugar especial, justo donde termina la acera, muy lejos a tu parecer de aquél otro en el que el mundo parecía un laberinto con bordes cortantes. Y sentir que tienes tiempo para pensar. Pensar para entender por qué las personas pueden sentirse de un lugar sin apenas haber estado allí. Para entender que el mundo es diferente y hay mil maneras de pensar. Que ir contracorriente no debe estar mal visto. Que cada uno abraza lo que quiere. Pensar para sentir que no hay distancia.
Que es tu sitio.
Que es tu momento.
Abrazarlo y sentirlo en tu cuerpo.
Cada sensación.
Cada olor.
Respirarlo.
Independientemente de tus etiquetas o posición geográfica.
Volver al lugar al que realmente perteneces.
Otra vez.
Sin distancia.
Luchar por él, por lo que quieres.
Y no abandonarlo.
Nunca.



Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.