11 M: Un día para olvidar

Me llamo Carlos López, y en aquel fatídico 2004, yo tenía unos 21 años, 1 mes y un día… siempre me ha gustado el uno, quizás porque soy un poco torpe y siempre era el último de clase, o quizás porque… yo qué sé no termino de entender esa extraña manía por el uno… el caso es que no podía ocurrir de otra forma. Esta historia comenzó un 11 de marzo…
Aquel día me encontraba en el vagón de cola del tren que se dirigía hacia Atocha, desde Sevilla. Yo iba a visitar a mi madre, que se había puesto muy mala, y estaba con mi padre en el hospital de Torrelavega, cerca de Santander.
Tuve que levantarme muy temprano, ya que tenía que coger el siguiente tren a las nueve de la mañana. Eran las siete y media y, aunque no sabía dónde nos encontrábamos, pienso que estaríamos a media hora de llegar a la estación.
Fui al servicio, ya que el aperitivo que sirvieron no me había sentado nada bien. La puerta era bastante pesada, lo cual me sorprendió mucho. Se parecía a las puertas que suelen encontrarse en los sitios donde existe algún tipo de radiactividad. Miré el reloj. Las agujas de cuarzo marcaban las 7:45. Al terminar, me puse a jugar con el móvil, a un juego que me había descargado no hace mucho.
Ya eran las ocho, y cuando estaba a punto de salir, escuché un estruendo descomunal, seguido de la parada instantánea del tren. Cuando me recuperé del golpe que había sufrido en la cabeza, abrí la puerta. El pomo estaba ardiendo. Al abrir me puse blanco y, acto seguido, me desmayé.
Todo el mundo había muerto. A mi me salvó la puerta “de laboratorio” de la gran onda de calor que había despedido la bomba. Al final pude llegar a ver a mi madre y darle un fuerte brazo.



Comentarios
partyflipa - hace más de 11 años
Una forma creativa de recordarlo. Gracias :)
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