Porque las miradas sí matan.
Fue una pena no ver aquel cartel de “suelo mojado”. Me fijé en él un poco más tarde, cuando ya estaba en el suelo. Me fijé en él demasiado tarde, cuando ya había caído, tanto literal como metafóricamente.
Oí risas. Intenté unirme a ellas, quizá murmurar un “pero qué torpe soy”....






