Tú tampoco estás hecho para volar, ¿eh, pequeño?
Vuelvo a ser esa niña perdida que buscó su propio rumbo. No puedo salir de mi burbuja, o me hundiría. ¿Y ahora qué? Enturbió el agua que me rodea si me aproximo a los límites de ésta. Tengo los pies fuera de mi mundo y la frialdad y profundidad me pone los pelos de punta.
Todo el mundo parece saber que mi lugar está ahí fuera, pero sólo sé que ando erguida cuando estoy perdida. Que nadie me toque, porque vibraría mi barrera. Es complicado entrar en mi mundo, y el que lo hizo no tiene lugar allí. Sólo son visitantes. Llegar cuando queráis, pero idos al anochecer y cerrad con llave. Necesito la calidez de mi garganta y el pulso de mi respiración.
Éste ahora es errático y cansado, respira por necesidad. Ya no se hincha a los roces de la marea. Todos piensan que tengo un lugar, pero estoy pérdida. Piensan que tengo un lugar al que ir. Un momento y un modo. No volveré a donde no quise ir. No quiero ir a ningún sitio. Sólo a mi burbuja.
Quiero invitados. Visitantes silenciosos que me recuerden que hay algo fuera.
- ¿Qué buscas? ¿Se te ha caído una moneda?
- Busco un escarabajo.
- ¿Por qué?
- Porque ellos tampoco están hechos para volar.
Quiero irme muy lejos y quiero que vengas conmigo. ¿Te lo voy a pedir? No, porque te he hecho perderte por mis calles sin avisarte del toque de queda. Ahora mi mundo es un eterno atardecer, y no quiero visitas a estas horas. Me siento en las penumbras de las plazas y me acurruco en un rincón. No va a venir nadie? Tengo mi ciudad para mi sola, y el silencio de aquí nunca pesa. De momento no tengo frío. Y si lo hace , volveré a casa a por la chaqueta.
No debiste pedir permiso, pero nunca te gustó molestar. Ahora no quieres ni que yo te visite. Anda, anda, anda... Deja atrás tu ciudad, tus calles, tus plazas,... Mi mundo era una habitación, y ahora es una ciudad vacía. Mis cosas acabaron por no caber en una habitación. Tantas cosas que no me dejaste compartir... Y después de dejar tu olor por todos los rincones, se esfumó... Y ahora está vacía. Dejaré mi ciudad con las puertas abiertas, pero no me encontrarás allí. Iré allí donde no pisé y no hubo nada. Paseando iré al fin del mundo para volver con algo. ¿Quién sabe? Puede que con un escarabajo.
Pasa, pisa y pesa; pasa, pisa y pesa; pasa, pisa y pesa... ¿A quién habló? No quiero hablar con nadie. Habla para ti, que te ahogas en palabras. Nada poco a poco o te estancarás en la orilla. No hay nada... No me ahogaré.
Los escarabajos no vuelan. Son humildes y fuertes. Sumisos.
Gasta tu mente, gasta tu cuerpo, gasta el aliento, las palabras... Pero a tu corazón déjalo descansar. Y vuelta a lo mismo. A tu indiferencia. Que te confina, consume y consuela. Húndete en los libros, en el movimiento del bolígrafo, en el ruido de la televisión encendida, en la música que no sientes. Crea un latido artificial a base de bases y ritmos, crea una respiración a base de compases. Tu corazón está hibernando. Vive de la indiferencia de admirar lo creado, y de crear por ti y para ti. Con tan pocos invitados no se puede perder el tiempo enseñándoles tu ciudad. Tanta gente al filo de mis cristales, y tan poca a la vez. Muchas de ellas sólo son siluetas ruidosas que se burlan de mi reloj roto. Pocas de ellas me harán parar a saludar. Bueno, descansa. No te tortures creyendo que te pertenece algo que no proviene de ti. Es avaricioso, y eso rompe el saco. Sigue dando desinteresadamente. Tú eres la única fábrica de sueños que no está rota. La única válida. Inventa y construye, con tus propias melodías.
Tu ciudad, aún en penumbra, está llena de colores y poesía. Limpia las calles y recoge lo que encuentres. Nada es basura. Todo tiene algún uso o valor. ¿Sabes por qué? Porque si no no habría llegado hasta aquí. El problema... es que las ciudades están demasiado vacías. Necesito una guerra de témperas, hojas secas en el suelo, un caos de ideas. Un caos de arte. Necesito esa perfección y dedicación al desordenar. Sin rabia, sin prisa, sin angustia, sin... sin nada. Mi cabeza quiere que la recorra. Que rebusque en todos los rincones. Que pasee sin prisas. Ya está bien del tiempo... eso nunca existió aquí.
Mi ciudad, mis normas, mis leyes... Mi libertad. Libre y sola. Independiente y fría... si no tengo más calor que el del sol que me llegue. No hay más abrazos que mis brazos, no hay más aplausos que mis manos, no hay más labios que mis palabras, no hay más piernas que mis paseos, no hay más cosquillas que mi sol, no hay más cabello que mi viento, no hay más ojos que mis ventanas, no hay más sonrisas que mis jardines, no hay más... que yo.
Tan pequeña que me siento grande, tan grande que empequeñezco. Intenté ser tantas cosas que sólo quiero ser yo misma. Cuando no quise ser nadie me llamaron la atención. Al final pienso, luego existo. Pero poco más.




Comentarios
partysummer - hace más de 10 años
Qué texto tan evocador. Porque varias cosas me han venido al corazón mientras lo leía. La primera es que a veces hacen falta saltos de fe. Dejarnos caer, romper las burbujas para descubrir que sabemos nadar. La segunda es el estribillo de una canción que dice que "mi estilo es como el Sol". Aquí va el enlace. https://open.spotify.com/track/4hcFokbQbPuScSqiDjK0fe
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.