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Gray thoughts

Un hilo gris- Concurso¿Y tú qué?

Publicado por atenea el 04/11/2014 · Categorías: Creación, Sobre mí, Concurso Y tú, ¿qué?

 

Un bosque surcado de hilos que se anudaban y entrelazaban cada vez más a medida que avanzaba, cortándome el paso. Al principio los podía sortear, pero cuando se convirtieron en marañas y cubrieron todo, incluso las copas de los arboles y no tenia más remedio que cortar los hilos para avanzar. Había de muchos colores, y al principio cortaba con miedo, con cuidado, eligiendo el color que deshiciera el nudo. Pero crecían mas rápido de lo que yo cortaba. Acabe ensañadandome con todos, cuando la frustracion y la opresión llenaron mi pecho. Creo que alguno de los nudos se instalo en mi garganta rozando mis entrañas. Si. Era un hilo grueso de lana, deshilachado. Tengo alergia a la lana. Noté como picaba, y del roce empezó a escocer. En el exterior los hilos comenzaron a hacerme cortes en brazos y piernas, y eché en falta unas tijeras que desgarrasen la enorme crisálida que comenzaba a envolverme.

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Metí la mano en los bolsillos, frustrada. Miré brevemente, pero los hilos habían cubierto el cielo sobre mi cabeza, y la breve luz que se filtraba de entre los árboles había desaparecido. Los hilos también habían llegado hasta ellos, e hicieron que rebuscase agobiada, pinchándome con numerosas agujas que se escondían en el fondo. Mi mano izquierda chocó con un objeto más grande, que hizo un pequeño y limpio corte a mi muñeca. Lo saqué y descubrí unas tijeras de metal, bastante más grandes de lo que cabía esperar que cupiese en un bolsillo. Armada con ella relancé mi mano contra la pared, y corté como si de un monstruo se tratase su gruesa piel. Cuando hube hecho el agujero suficientemente grande salté fuera, y tras correr hasta perder de vista ese enorme ovillo paré a coger aire, mirando por fin atrás. Descubrí, desalentada, que los hilos continuaban aproximándose.

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Me senté bajo un árbol a descansar. El nudo de la garganta se había deshecho, pero me había dejado una sensación molesta que me impedía tragar saliva y recobrar el aliento. Sabía que tenía peligro quedarse allí, pero el bosque me hechizó: Miles de hilos de todos los colores decoraban las ramas de los árboles, hilándose unos con otros, como las luces navideñas decoraban todos los inviernos las calles de la ciudad. Aunque sabía que no era solo una ilusión, los hilos parecían avanzar, trazando diversos caminos que confluían a unos metros de mí. Me fijé en que cinco de ellos eran más gruesos que el resto, y avanzaban trenzándose,separándose, anudándose, enlazándose, pero seguían uno al lado del otro como si formasen parte de la composición del mismo telar.

Tras un largo rato absorta en el camino hilado, posé la vista en los numerosos cortes que decoraban mis brazos y piernas. Eran cortes por los que brotaron algunas gotas de carmín, pero eran limpios, y la primera gota taponaba con su coagulación. Me fijé en mis muñecas. Hubiese jurado que estaban desnudas cuando me hallaba en el interior de ese capullo, pero ahora cinco hilos las coronaban a modo de pulseras. Eran los mismos hilos gruesos que avanzaban a una por el sendero que había dejado atrás: Rojo y azul en la mano derecha y morado, verde y naranja en la izquierda. Miré debajo de las pulseras de esta última, viendo que efectivamente, el corte que se había hecho con las tijeras continuaba allí. Un suave roce hizo que me rascase el hombro, y noté como un hilo había escalado mi brazo. Tiré de él suavemente, y descubrí con sorpresa que se había enlazado a mi cuello con delicadeza. Recorrí el hilo y lo miré con curiosidad. Era un hilo de algodón, fino y gris. Seguí su largo: El color se iba alternando en sombras más oscuras y más claras de aquel gris, que nunca llegaba al negro ni al blanco puros. Me levanté. Quería saber de dónde partía aquel débil hilo. Avancé con el hilo entre las manos mirando alrededor, tratando de vislumbrar un hilo semejante entre los miles que había. Pero ningún hilo era gris. Había de todas las tonalidades: rosas, azules, verdes, añiles, naranjas y rojos. No sabría decir que colores abundaban, pero se distinguía claramente que escaseaban el blanco y el negro.

Volví la vista hacia el hilo y dejé que mis manos me guiasen. Pero tras dar un par de rodeos paré en seco. Aquel hilo gris procedía de mi bolsillo.

Comencé a extraerlo cuidadosamente, pero al rato estiraba los brazos tirando del hilo, impaciente. Después, me vi metiendo la mano en el bolsillo y sacando el hilo a puñados, pero no tenía fin. Junto al hilo gris fueron apareciendo agujas doradas y fin as, pero las tijeras ya no estaban. Acabé sin aliento y desistí, tratando de cortar el hilo con los dientes. El hilo era sorprendentemente resistente, y no sufrió ningún daño pese a su fragilidad aparente.

 

(La vida se nos presenta como un bosque compartido con muchos otros hilos que se cruzan e hilan entre ellos. Cada uno verá en el suyo un color que jamás reincidirá en ningún otro, siguiendo un camino único, pero que sin duda desembocará en otros. Es duro perder las tijeras con las que defenderte, pero ese débil hilo de algodón será más resistente de lo que parece.  Los demás en algún momento te rodearán como un capullo, como una crisálida, que cuando rompas dejarán ver a una mariposa que tejerá con agujas de oro hilos ajenos, incidiendo en sus vidas y creando maravillosos paisajes.)

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Comentarios

  1. un hipster alocado

    un hipster alocado - hace más de 11 años

    Para mi, este es un post que roza la perfección.

  2. partysummer

    partysummer - hace más de 11 años

    He dejado volar mi imaginación mientras leía tu artículo. Bueno, no es que me haya puesto yo de manera consciente a volar mi imaginación, sino que tu post ha tocado un botón de mi cerebro que hace que este vuele. A que sitio he llegado? Pues a varios, en algún momento ha pasado por el camino que sube al monte del destino y pasa por la cueva en la que vive Ella La Araña, y he sentido que ella me atrapaba y trataba como a Frodo de constituirme a un capullo. Después mientras la protagonista escapaba del bosque me he sentido una pequeña marioneta, atada por brazos y piernas a cuerdas. Muchas veces la imagen de una marioneta se ve como negativa, al final todos queremos ser libres, no queremos sentirnos atados a nada ni a nadie. Sobre todo como adolescentes y jóvenes buscamos ser (lo necesitamos para crecer) libres. Pero al final de tu relato la protagonista sentía que había algunos de los hilos que continuaban atados y alguno que era ella misma quien lo producía. Me ha gustado, porque he pensado a que personas me siento atado, que personas se sienten atadas a mi y como podemos dejarlas crecer en libertad. Me gusta pensar que los hilos que salen de mi tienen un nudo al final, así yo no puedo romper esos hilos, pero si las personas que se atan a mi tienen la posibilidad de soltarse. Al igual los hilos que salen de otras personas y a los que me ato tienen un nudo, para no tener que recurrir a las tijeras. Porque hay personas con las que nunca querría utilizar tijeras. Siento el rollo. Gracias por hacerme volar.

  3. atenea

    atenea - hace más de 11 años

    Me ha hecho tan feliz este comentario... Para mi lo que más me gusta de este artículo es la música. (Estuve dos horas buscando) Pero se adaptaba a los momentos perfectamente. Los latidos como base, el sonido sucio del hilo al rozar, el sentimiento de agotamiento y angustia... (Immediate. Me he descargado la discografía entera)

  4. atenea

    atenea - hace más de 11 años

    Por cierto. Gracias por compararlo con El señor de los anillos. Tolkien es mi escritor favorito y su literatura no es solo fantasía. Es un mundo aparte.

  5. _dennaselen

    _dennaselen - hace más de 11 años

    me encanta este post de verdad estoy muy de acuerdo con hipster alocado. Me encanta de verdad y la intensidad de la música lo hace mas perfecto. Enhorabuena!

  6. invierno~

    invierno~ - hace más de 10 años

    Tu post es otro mundo, Atenea. Y, sinceramente, se me queda corto darte solo un me gusta. Deberían poner un botón de *recuerda esto, es perfección. * Por cierto, me encanta como redactas, es leer tus posts y reflexionar mientras piensas en el color del hilo que se esconde en tu bolsillo derecho. Gracias por obsequiarnos con esta maravilla, en serio, hazme volar a otro planeta pronto con otro de tus post

  7. atenea

    atenea - hace más de 10 años

    Muchas gracias, Invierno. :)

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    11/01/2016

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