Querida Luna...
Querida Luna…maldita sea ya estoy harto de empezar siempre igual. Creo que es hora de hacer un poco memoria acerca de cómo empezó todo. Fue una tarde como otra cualquiera, habíamos salido un poco antes de clase, y decidí coger un autobús nuevo de vuelta a mi casa, diferente al que estaba acostumbrado. Subí a él y mientras avanzaba asientos me di cuenta de una cosa. Un par de ojos claros me miraban desde el otro extremo, y eso solo podía significar, que tú estabas allí. Ya nos conocíamos de antes, de quedadas con el grupo, o incluso de a veces de coger ambos un autobús más tardío, pero esta vez fue diferente. Cuando me senté frente a ti intenté establecer una conversación contigo, pero contestaste con frases cortas, la mirada perdida, y los auriculares puestos. No hablamos durante el trayecto, al menos no de la manera habitual de las personas que se comunican verbalmente, pero sí ocurrió algo distinto. Decidí mirar en tu interior a través de tus ojos, que son las ventanas del alma, y lo que vi casi me hiela el alma. Nunca, jamás, había visto tanto dolor en una persona salvo quizás…en mí mismo. Y sin embargo, ahí estabas, como si nada ocurriera. Y eso me impresionó. Y juré en ese preciso instante, que daría hasta la última parte de mí por acabar con el sufrimiento de esa chica, a la que ahora veía de manera distinta.
El tiempo pasó, y llegamos a este verano. Al momento en el que una buena amiga, nos hizo hablar de nuestros problemas. Y descubrí cosas que nunca me habías contado. Pero sobre todo, descubrí que eras como yo. Y encontré una causa principal de tu sufrimiento. Ya no estaba en la oscuridad, ahora podía comprender. Y decidí que era el momento de ponerme en acción. Y descubrí algo nuevo sobre ti, cuando estabas realmente abrumada por todo, huías a tu propio mundo, fruto de un libro que leíste tiempo atrás. Supuse que no pasaría nada por leer ese libro, pero…me equivoqué. Porque desde entonces ese mundo pasó a ser parte de mí. Ya no tenía que esperar a que volvieras, podía directamente entrar en el para hablar contigo. Y sentí que realmente podía hacer algo. Y todo iba genial hasta que…me echaste. Ese mundo dejó de ser un refugio seguro para ti, y me enterraste a mí con él. Porque al final, ese mundo hizo lo contrario a lo que debía ser cuando se volvió contra ti. Dejaste de hablar conmigo y mientras intentaba hablar contigo de cualquier forma, tu contestabas con mensajes cortos, siempre demasiado ocupada como para contestar. Y volviste a encerrarte sola en ti misma, cerrándome la puerta. ¿Por qué? ¿Hice algo mal? No entiendo nada. Pero, ¿Sabes? Aún soy el tipo que se sienta todas las noches bajo el mismo árbol durante horas por si le necesitas, porque le sería impensable no estar cuando te hiciera falta realmente. Aun soy el tipo que se traga hasta sus más dolorosos sentimientos y emplea el 101% de sí mismo por intentar ayudarte. Aún soy el tipo que se sienta solo por las mañanas en un sofá, pensando durante horas como puede aliviar tu dolor, aunque sea ínfimamente. Aún soy el tipo que ha sufrido más de lo que quizás puedas pensar, y que puede al menos acercarse a comprender tu dolor.Y aún… aun soy el tipo que siempre está ahí. Always.
Fdo: Jason



Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.