Reflexión I: Asómate a la calle
¡¡Hola de nuevo!! He estado casi un mes desconectada por los estudios, lo siento! Intentaré estar más presente durante las próximas semanas. Había pensado en empezar una nueva "sección" en la que escribir reflexiones como la que estáis a punto de leer, ¿qué os parecería? ¡Espero vuestras respuestas! Y, sin más dilación, espero que disfrutéis :)

Hoy vengo a hablaros de algo que se me ha ocurrido cuando estaba estudiando. Veréis, mi habitación está amueblada de tal forma que el escritorio está justo enfrente de la ventana, por lo que cuando estoy estudiando puedo ver el 3º piso del bloque vecino (ya que vivo igualmente en un 3º piso). Si miro hacia abajo puedo ver la calle, pero para ello tengo que levantarme de la silla y saltar por encima de la mesa. Ahí donde lo veis resulta un esfuerzo tedioso e innecesario, por lo que prefiero permanecer sentada mirando las ventanas de delante. Muchas veces me quedo examinándolas, buscando nuevos detalles en las que no me hubiese fijado anteriormente; pero no suelo encontrar nada nuevo, por lo que bajo la vista, aburrida, y sigo con lo que estuviera haciendo. En ocasiones escucho ruidos extraños que provienen de la calle y que me instigan a asomarme, pero no suelo hacerlo por mera pereza, por miedo a dejar lo que estaba haciendo y que luego no me pueda concentrar de nuevo.
¿Y por qué nos cuentas lo que haces cuando estudias?, pensaréis. Todo tiene un sentido, veréis. Ahora pensad que la silla en la que me siento a estudiar sois vosotros ahora mismo, en este punto de la vida en el que os encontráis. Justo enfrente, mirando por la ventana, tenéis una gama de cosas que soléis hacer normalmente: leer el libro que os gusta, escuchar la misma lista de reproducción de música, ver vuestra película favorita, comer un trozo de aquel pastel que tanto os gusta… Cosas que tenéis claro que os gustan y que por más veces que hayáis visto seguís haciendo, aunque a veces rocen el hastío. Y abajo, en la calle, están las cosas que nunca antes habéis hecho o que os habéis sentido tentados a hacer pero que no habéis llegado a realizar: desde cosas tan simples como probar un nuevo sabor o escuchar un estilo de música diferente hasta intentar un deporte de riesgo o emprender un viaje sin planificar. Cosas que os llaman la atención, ¿no? Pero algo os impide hacerlas.
Y ese algo sois vosotros mismos. Lo único que conseguís poniéndoos excusas u obstáculos inexistentes es perder la oportunidad de hacer algo que os podría gustar, pero por miedo o por el “ya lo probaré” que nunca llega no os decidís a hacer. Las oportunidades son como los trenes: una vez que se os presenta alguna en el andén de vuestra vida tenéis dos opciones, cogerlo o dejarlo ir. Si escogéis la segunda, probablemente hayáis dejado pasar la única ocasión de hacer algo por primera vez. Así que arriésgate, puesto que la vida es corta y está para vivirla a tu manera.
Si puedes asomarte hacia la calle, ¿por qué contentarte con ver las mismas ventanas una y otra vez cuando puedes descubrir cosas nuevas cada día?



Comentarios
spidrmancoy - hace más de 9 años
¡Qué buen símil! En mi caso personal me he dado cuenta de que es verdad, yo siempre he sido muy de tener mi rutina y no querer cambiar nada. Desde pequeño, por ejemplo, era muy reacio a probar comida nueva. Siempre decía que no, e incluso lo que había probado en algún momento y no me había gustado con el paso de los años se convirtió en algo genial en mi vida. La vida se puede volver muy monótona si siempre haces las mismas cosas, aunque te gusten. Gracias por tu post, a ver qué se me ocurre para 'reinventarme'
lina - hace más de 9 años
me gusta mucho tu manera de pensar es una forma realmente bonita
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