La teoría del dragón dormido I.
Andaba con la cabeza gacha, aspirando la última calada de mi cigarro, lo tiro al suelo y lo piso. Son las seis de la mañana y aún no he vuelto a casa, aunque no importa mucho.
Aquí en Madrid hace frío en invierno, y mucho más de madrugada. Me siento en la parada del autobús y observo...




