Esa insignificante manecilla.
Miro por la ventana y parece que a mi alrededor todo va demasiado rápido. Para mí el tiempo no pasa, sigo estancada en esa manecilla que es incapaz de avanzar ese segundo que me haga levantar, resurgir de mis cenizas. Sigo esperando ese pequeño movimiento de esa insignificante manecilla. Al menos eso parecía, ¿qué importancia tienen los segundos? ¿Y qué importancia tiene esa manecilla? Realmente un segundo es algo muy relativo:
Si te sientes bien los segundos pasan demasiado rápido, se convierten en minutos y éstos en horas que parecen lo que son, simples segundos.
En cambio, si estás mal los segundos son eternos. Una gran montaña que escalar de rodillas, un gran desierto que atravesar sin agua, un gran mar que cruzar sin nada más que tu propio cuerpo...
Ahora mismo estoy en esa situación: mis segundos son eternidades que me abruman. Olas que no me dan un pequeño respiro para coger esa bocanada de aire que me ayude a salir a flote... Esa bocanada de aire... Antes ésta era antes de cada ataque de risa, ahora es antes de volver a esconder la cara en la almohada para que nadie sepa que estoy llorando.
Los ojos me queman, los segundos me pesan...
Es la una y cuarto de la mañana y me rugen las tripas, he cenado, al menos eso creo. Me han vuelto a gritar por dejarme la comida, pero no puedo, no es porque no quiera. Ese nudo en el estómago que aprieta cuando ve que su ansiedad va a ser saciada... Ansiedad... Ansiedad...
Curiosa palabra, ansiedad. Ese estado en el que el mundo se te viene encima y no puedes hacer más que esperarlo mirando a la nada. En ti es una sensación abrumadora, pero cuando ves a otra persona... Se te encoge el corazón, sólo quieres abrazar a esa persona y calmarla con el movimiento de tus brazos. Te sientes egoísta al recordar tus ataques de ansiedad, los nudillos contra la pared, los gritos mudos que mueren en el eco de una habitación silenciosa de madrugada... Al menos a mí me pasa...
Los ojos me queman, los segundos me pesan, la ansiedad me acecha en la oscuridad...
Y hasta aquí he llegado. Desaparezco de la vida de la gente, tampoco se van a dar cuenta de que no estoy, muchos se alegraran... No importa, simplemente tengo que levantarme y lavarme la cara. Salir a la calle con una careta de felicidad y dejarlo todo atrás. Volveré a mi frialdad, donde no pasan los segundos, donde los ojos le quema a todo aquel que entre, donde la ansiedad ataca sin previo aviso...
Simplemente, es mi pequeña habitación a oscuras.



Comentarios
partysummer - hace más de 10 años
Este artículo es continuación del anterior? Qué bien escribes!
patete - hace más de 10 años
@partysummer sí, es una continuación. Gracias! La verdad es que no escribo para que le guste a nadie, escribo para aclararme las ideas y encontrarme a mí misma, si le gusta a la gente es pura suerte :3
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.