La teoría del dragón dormido III.
Mi pulso se acelera y siento que en cualquier momento puedo decir alguna tontería... ¿Pero qué me pasa? Sólo me ha saludado...
-Ho... Ho... Hola - carraspeo para deshacer el nudo de la garganta y continuo-. Sí, ¿qué tal?
- Muy bien, hmm, veo que te gusta escribir, ¿puedo verlo? - ¿cómo debo reaccionar? Me quedo inmóvil y de repente suena el timbre. Me siento aliviada -. Bueno, me lo enseñas en otro momento. Hasta luego.
Observo como coge su mochila y se marcha corriendo a clase. Me quedo inmóvil recordando esa mirada tan dulce. La estampida de clones me saca bruscamente de mis pensamientos y me empujan hasta llevarme a mi clase. Entro de mala gana a ésta y me siento. No puedo prestar atención al profesor porque María no sale de mi cabeza...
Por fin son las tres y diez y salgo a gran velocidad sumergida en mis pensamientos. Levanto la vista mientras me enciendo otro cigarro y enfoco un poco. Ahí estaba ella, delante de mí, siguiendo la misma ruta que cojo todas las mañanas... No sé cómo no me he dado cuenta antes, es única, no es otro clon entre clones, es la persona más pura que he conocido... Por eso mismo nunca se fijará en este dragón dormido, el que cambió su fuego por el humo tóxico de un cigarro. Soy la viva imagen de la oscuridad y ella de la luz, yo la impureza y ella la pureza. Nunca se fijará en este dragón dormido...



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