La teoría del dragón dormido VII.
- Buenas... Bien, ¿y tú? -tengo tantas ganas de hablar con ella, pero me cuesta tanto...
- Muy bien. ¿Eres nueva? ¿de qué instituto vienes?
- De Los Abetos -se ríe por el nombre y caigo totalmente a sus pies. Que belleza-. Está en Manzanares.
- Qué nombre tan raro. ¿Y cómo es que vienes de tan lejos? -parece que quiere mantener una conversación conmigo, pero me da miedo. La gente sólo se me acerca por pena.
- Antes vivía en Alcobendas, pero mis padres decidieron cambiarme de instituto. Luego nos mudamos aquí y como este está cerca de casa pues me cambiaron.
- ¡Qué guay! Habrás conocido un montón de gente, ¿no? -de repente suena el timbre. Ese odioso sonido que me aleja de ella-. Bueno, espero verte mucho por aquí. ¡Adiós!
No me da tiempo a despedirme y me quedo observando como se aleja poco a poco mi musa.
Esta vez voy a clase con muchas ganas. Me siento, abro mi cuaderno, empuño el boli y los versos emanan solos. Nadie puede sacarme de mi ensimismamiento... Escribo verso tras verso, estrofa tras estrofa... Todo sobre ella: sobre sus ojos, su sonrisa, su pelo, su manera de hablar, de caminar... Sólo sé que quiero verla descansar sobre mi pecho.
A la mañana siguiente vuelvo a las escaleras y ahí está ella. Está habalndo con otra chica, pero mis ojos sólo se fijan en ella. Hablan sobre una actuación, me pregunto sobre qué será.
- Sí, el sábado estaré todo el día en la parroquia -siento como algo se rompe dentro de mí.
Pensé que tenía alguna posibilidad con ella. Ahora que sé que está metida en la parroquia tengo una cosa clara: nunca se fijará en una chica como yo.



Comentarios
partysummer - hace más de 10 años
Tengo una pequeña duda. Cuando hablo de mí mismo y sobre cómo me empano, estamos hablando de ensimismamiento o de enmimismamiento... xD
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.