La teoría del dragón dormido VIII.
Se me ha caído el mundo al suelo. Me marcho arrastrando los pies, con la cabeza gacha y la rabia entre los dientes... Voy arrasando con la gente que está charlando en los pasillos y me dirijo a mi clase.
Me he sentado apartada de todo el mundo, no quiero saber nada de nadie. De repente un chico se sienta a mi lado y me sonríe.
- ¡Pato! ¿Qué tal? Soy Brandon -me tiende su mano y la acepto con firmeza.
- Buenas. Bien, ¿y tú?
- ¡MAL! -se ríe y me quedo empanada con su risa. Me gusta mucho, es muy graciosa y contagiosa-.
Me empieza a contar que está harto del instituto, tiene casi dieciocho años y aún sigue en cuarto de la ESO. Me cae muy bien, a partir de ese momento se sienta conmigo en las clases. Es el único capaz de sacarme una sonrisa sincera, aunque sea con chistes malos.
Dos semanas después me coge en brazos y me levanta por los aires. Se ríe y yo hago lo mismo tras darle un pequeño golpe en el hombro.
- Te he visto en los recreos, sé que estás sola. ¿Quieres venirte fuera conmigo?
- Pero... Si yo no puedo salir, no he repetido -digo con algo de vergüenza. No penséis que me gusta, el problema es que soy muy introvertida y no me hace mucha gracia conocer gente nueva.
- No hay ningún problema -me coge la mano y sale corriendo arrastrándome detrás. Salimos por la puerta y llegamos a la calle-. ¿Ves? Ya estás fuera. Vamos, te presento a estos personajes.
Tardo medio minuto en reaccionar, aunque no lo habría hecho si no me hubiese arrastrado de nuevo. No tengo otra opción, fuerzo una sonrisa y empieza a presentarme.



Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.