El Gran Golpe
Todo dolía, los músculos, la carne abierta, hasta la sangre que se resbalaba sobre la calzada dolía. Con los ojos ciegos, miré el cielo enmarcado por los edificios de ladrillo sucio. Veía las motas de hollín que lo volvían de un color grisáceo turbio mientras pensaba en todo lo que había ocurrido aquellas semanas.
Todo estaba planeado para el gran golpe. Nuestro edificio se quebraba por la base y solo teníamos que darle un toquecito para que se quedara en ruinas. Entonces podriamos coger de alli el ansiado tesoro de la libertad.
Sin hacer ruido nos metimos a hurtadillas, pero por error activamos las alarmas de seguridad y no nos dio tiempo a improvisar nada. Esa noche arrasamos con todo lo que pudimos, golpeamos cualquier cosa que se mantuviera en pie, empujamos a todo el que se cruzaba en nuestro camino, y volvimos al refugio para estar a salvo. Aun asi no fue suficiente, nuestro golpe se tuvo que posponer y volvimos a establecer el plan inicial, tan milimétricamente pensado.
Esta vez, fue más difícil aún porque nos entró la nostalgia de los grandes recuerdos del pasado. HabÍamos convivido con los otros en aquel edificio por mucho tiempo. Nosotros mismos impedimos el golpe. No siendo poco, hicimos una tregua y ayudamos a reconstruir lo que habíamos roto. Todo fue bastante bonito hasta que empezó a hacer mal tiempo, los pilares se tambalearon y a todos nos entró miedo de ver el cielo negro. Aún así insistimos en reparar las grietas y lustrar los cristales de las ventanas. Dimos la mano a aquellos que habiamos empujado para que se levantaran. Poner vigas nuevas, enyesar las roturas y pintar paredes. Horas después, la nube seguia en el cielo acechando, pero cada uno la había conseguido ignorar de una forma u otra y habíamos terminado nuestra obra. Lo celebramos bajo su techo mientras fuera llovía.
Salí un momento para pensar y vi que uno de ellos se asustaba por un trueno y se caía. Fui a ayudarle, aceptó la mano que le ofrecí y hasta que no lo fui a levantar no pude ver el puñal que escondía. La sangre empezo a brotar sin distinguirse quien era su dueño. Una ventisca taponó mis oidos y me desmayé.
Cuando me quise recomponer, pude ver mi cuerpo inerte y tirado sobre el pavimento. Tenía todo el torso abierto, con profundas heridas en los pulmones. Faltaba el corazón, se lo había llevado, quien sabe para qué. El rastro de sangre seguía hasta perderse en el horizonte y allí me quedé sin motor que diese energía a mi cuerpo ni a respirar.
Aún no me he levantado. Veo las suelas de los zapatos de las personas que pasan por encima de mi, de vez en cuando alguien se para a ver o a tocar carne podrida con el pie. Ya noto como mi piel se va cayendo por la acción del tiempo. Sigo mirando el cielo encapotado como esperando algo que se que no ocurrirá.



Comentarios
rulparty - hace más de 9 años
Un texto muy chulo, que te atrapa de principio a fin... felicidades!! ¿Te atreverías a escribir uno desde el punto de vista de una chica o chico que sufra una injusticia social? Escribiendo así de bien, seguro que llega mucha gente... ;)
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