Ya no estás.
Mil vueltas en la cama, cien paseos por el pasillo, decenas de ojeadas a la carta y sólo una vez tu no estuviste en mi mente.
Tengo frío, me tapo, pero mis sábanas huelen a ti. Ya no estás.
Abro la ventana y me siento en el alfeizar como si fuese una maceta más, una maceta rota con flores...



