La taza fría.
Te fuiste y la dejaste sola en aquella habitación llena de papeles y libros, bolígrafos gastados y garabatos en los márgenes de cada uno de tus cuadernos, un estuche lleno de lápices sin punta y una goma rota. No pensaste en lo que podía pasar y allí se quedó ejerciendo de sujeta papeles.
¿Dónde estabas? Te ha estado esperando tanto tiempo y ahora vuelves con intención de cogerla. ¿Qué has sentido al rozarla? Efectivamente, está helada, ya no está caliente como en el primer momento que la cogiste al sacarla del microondas. Su contenido ha ido perdiendo el calor que lo mantenía, que os mantenía.
Por mucho que intentes volver a calentarlo no va a saber igual y no va a producir lo mismo. No va a ser como el primer sorbo de café en una fría mañana de invierno mientras intentas despertarte del todo, tampoco va a ser el primer trago de agua después de una maratón, ni siquiera como cuando tomas una cucharada de chocolate caliente después de una tarde de lluvia y no tiene nada que ver con el té que te relajaba para caer dormido la noche antes del examen final.

Ahora, ahora está fría.



Comentarios
socius - hace más de 11 años
De nuevo me has sorprendido. Excelente.
flashali - hace más de 11 años
Lo siento, tengo que comentar, aunque vaya con retraso. Es que son magníficos...
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